Observador de su propia angustia Kafka derrama la porción más íntima de la creación que domina su vida en sus diarios.
Los doce cuadernos, escritos en forma cronológica se conforman en un testimonio y testamento de escisión, soledad, singularidad, pero sobre todo literatura.
El autor se percibe envenado por algo que yace en sus entrañas y que busca salida. Destrozado se recompone y reconfigura en la escritura. Soltería es soledad, como la marca de quien por no encontrar cabida en este mundo se fabrica otro.
La literatura se entrecruza con la vida o la hace .Para Kafka todo es literatura, lo que escribe, lo que quiere escribir, lo que no puede escribir, lo que siente, lo que piensa, lo que sueña, lo que tiene y lo que le falta.
El diario también disipa y confirma su postura como misántropo, pues más que odiar a los hombres es incapaz de ser comprendido por ellos.
Las observaciones de su búsqueda toman forma en relatos, esbozos, ideas, con la particularidad de la variación en la repetición que captura la obsesión y también la decepción. También la duda en su acepción de pureza, recalcitrante, omnipresente, y también omnisciente. Registra el vacío el silencio, pero sobre todo la angustia por la existencia de quien sólo puede existir en los mundos que crea. No lo dejen ir.