Una historia de dolor, muerte y disidencia ubicada en la región difusa en que la Guerra transformó a los Balcanes en La bestia del corazón de Herta Müller.
La protagonista, una chica universitaria, de quien nunca conocemos el nombre, se ve infiltrada en la vida política del país, luego de que su compañera de cuarto se suicide.
El trágico evento despertará una conciencia cortada por la crianza rural, entorno que deja impresa su huella en cada alma, en los que parten, en los que se quedan, en los que sueñan que se van.
De Lola, la chica muerta, hereda tres camaradas, con quienes comparte los mecanismos de la pequeña resistencia al régimen totalitario. Del que tampoco se menciona nombre ni época, reflejando en el texto el pavor paralizante que dominaba y determinaba todo acto y circunstancia.
La patria es entonces una maldición, algo que nos conmina a permanecer para compartir la suerte miserable de nuestros abuelos y nuestros padres, la que negamos y refutamos mientras no tenemos hijos.
El miedo es uno de los ejes conductores de la narración, pero también la camaradería, el vínculo que se establece sólo en la juventud con el rechazo y la negativa a convertirse en cómplice del horror.
Con la historia, la autora extiende y prolonga la resistencia, combatiendo el silencio oficial, ese que se erige como segador de vidas, reduciéndolas a paja, luego a ceniza. Anónimos pero no desconocidos, los aprehende en esta historia, para que así, puedan extinguirse, pero no olvidarse. No lo dejen ir.