Por Briseida Alcalá

“Me falta tu aliento que se vuelve desierto.”
Nunca estuve más consciente de mi condición de mujer que en ese viaje a Ciudad Juárez. No me pregunten cómo ni por qué pero pasé ahí una semana en compañía de otras dos personas, mujeres también. Fue un vuelo de dos horas desde Ciudad de México en el que vi cambiar el paisaje de un país, que a pesar de sus dolorosas contradicciones, jamás he dudado en considerar el mío.
Aterrizamos con calma y nos dirigimos al hotel en un taxi. El conductor nos preguntó si conocíamos sobre las muertas de Juárez, para después soltar sin consideración un “pues ahí las mataron.”
En estupor ante su estupidez e insensibilidad volteé a un costado del hotel pero no vi nada. Lo descubriríamos más tarde cuando al asomarnos por la ventana de nuestra habitación contemplamos un grupo de cruces color rosa.
Dudé por un momento lo que mis ojos veían, hasta que una rápida búsqueda en internet arrojó que ese era un cementerio clandestino, conocido como Campo Algodonero, donde fueron encontrados los cuerpos de 8 mujeres.
Por 11 años lugar de reunión de familiares, amigos y activistas, en 2012 fue convertido en un monumento a la tragedia, a la memoria. Transformado en un parque impregnado de un silencio que contrasta con el ruidoso bullicio de la carretera que lo antecede.
A pesar del tiempo transcurrido, la atrocidad deja huella. A paso lento recorrimos el lugar: nombres, fotografías, intentos desesperados de rescatarlas del olvido, de la frialdad de la estadística, de la noticia.
Esmeralda Herrera Monreal, Laura Berenice Ramos Monárrez, Claudia Ivette González, María de los Ángeles Acosta Ramírez, Mayra Juliana Reyes Solís, Merlín Elizabeth Rodríguez Sáenz y María Rocina Galicia. Se fueron para no volver, víctimas de la discriminación, del rechazo, del odio.
Pocas sensaciones son peores que la incertidumbre. Ellas y sus familias siguen sin recibir respuestas, no hablemos de justicia. Se suman a las 1,500 víctimas de esa violencia de género, término que no me alcanza, porque no le alcanza a nadie, tampoco la indignación ni la infinita nostalgia de lo que jamás será.
Violadas, torturadas, mutiladas, asesinadas, desaparecidas. ¿Por qué? Te quedas muda. Te vuelves otra, otras, las que fueron, las que son, las que serán. Todas.
¡Ni una más!

Do you know what it feels like for a girl in this world?