Martirologio es el nombre estupendo del diario de Tarkovski, donde el cineasta anotaba también sus gastos, su preocupación por las necesidades de Andriushka y también de Larisa.
En sus cartas desde la locura Van Gogh registra siempre con culpa lo que pide a Theo, tratando siempre de que sea menos.
Mientras que la siempre brillante Virginia declara con simpleza que para escribir hay que ser y tener en una habitación propia.
«para los trabajos de la imaginación también hace falta el hábito».
Vincent Van Gogh
Y qué significa el hábito sino la repetición, el uso de un tiempo que no se compra pero que sí se paga.
Resulta deprimente leer tanta preocupación por los gastos necesarios e innecesarios, por un mendigar a la familia o al Estado, pero más que eso es una realidad, desde esa inconformidad, ¿se puede crear más?
No.
¿mejor?
Tampoco
No es curioso sino injusto y sobretodo calculado que el artista es «re-valorado» cuando ha muerto, y que en vida su miseria se crea necesaria como el ambiente asfixiante que propicia en el arte un escape para resistir y por tanto crear.
No usaría aquí la palabra «romantizar», diría
necedad y negación de la realidad.
Virginia acomete de nuevo el tema en un ensayo nombrado con cantidad y divisa en Three Guineas.
Ganar como mujer en toda acepción posible.
Por todo lo que hagamos cobremos nosotras, que nos cueste poco y nos pague mucho.
Think.
Briseida Alcalá
Detrás de mí están mis libros, detrás de mis libros estoy YO.
Busco siempre la aventura del color, el aroma y el sabor.

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[…] vender-se El friso de la vida […]
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