El mito del monstruo: Lo místico de lo siniestro | Rumania: el oriente de Occidente en Drácula

Un viaje de Alemania a Rumania evoca el contraste entre la Europa que rechaza y la que celebra el mito. La obra de Bram Stoker captura lo siniestro y lo misterioso mediante descripciones que contrastan el paisaje hermoso con la presencia amenazadora del Conde. Es un enfrentamiento entre ciencia, creencias y la naturaleza humana.

Lo salvaje es el nombre que explica lo desconocido y también lo siniestro.

Un viaje de Alemania a Rumania es el de la Europa que niega el mito a la del que lo celebra, lo exulta, lo vive y lo exprime.

«todas las supersticiones conocidas en el mundo se reúnen en la herradura de los Cárpatos».

Bruma, niebla, vapor, mística es la hermosura en el estilo de Bram Stoker: bruma desde la llegada a Munich: silencio, evasión como advertencias, desoídas en inglés por el Jonathan Harker que registra minuciosamente todo lo que ve y también lo que no oye, es abogado y también moderno, inglés pero no flemático: amable, soñador, generoso y hasta ingenuo.

Extraño y misterioso es el paisaje que un hombre encuentra cuando regresa a la naturaleza.

Permea como brea esa sensación de lo maligno, de lo siniestro, de lo que largamente se anuncia porque rápidamente llega.

La belleza del estilo es otro de los méritos del libro, las descripciones de los paisajes, la vista, el entorno, esa suavidad del ritmo que sosiega y el contraste del Conde y los habitantes del castillo, la extrañeza de los aldeanos.

Narrada en forma de diario es reflexiva y descriptiva:

zoófago es el diagnóstico de un padecimiento que en Alemania se llama vampir y en francés vampire.

La esencial vital de las criaturas extraídas en la sangre, que se chupa hasta extinguir, logrando así fuerza, poder, vida.

Es también un enfrentamiento entre ciencia y creencia, entre amor y fe.

Un personaje estupendo y avasallador, un noble eslavo que carga la sangre de Atila, un nuevo azote huno, salvaje y hambriento, una sombra que dice he vuelto.

«Sentí que abandonábamos el occidente y entrábamos al Oriente».