El texto explora la dualidad entre ignorancia y conocimiento a través de una reflexión sobre la concepción de Dios en el año 45 d.C. en Roma. Propone la investigación y el cuestionamiento en lugar de la teorización, destacando la importancia del diálogo y la búsqueda del entendimiento filosófico sobre la existencia de lo divino y valora el conocimiento humano como esencial para comprender la vida y la religión.
