Las ansias mesiánicas de un brillante científico sólo pueden tener un desenlace catastrófico cuando un elemento inesperado se cuele en el experimento definitivo de su descubrimiento científico en el filme insigne de David Cronenberg, The Fly.
Clásico de la ciencia ficción reciente, el filme explora la paradoja funesta que resulta de la interpretación mecanicista de la carne viva, con el afecto como catalizador del parteaguas de existencia y faena del investigador.
Con visos a Frankestein y a la metamorfosis de Kafka, el guión se estructura alrededor de un cortejo, tomando como punto de partida el encuentro entre Veronica Quaife, una ambiciosa periodista ávida de notoriedad y el el doctor Seth Brundle, genio en potencia, ansioso por aprovechar los méritos y el potencial de su investigación para atraerla a su guarida.
La atmósfera sofocante del encierro monarcal de Brundle se realiza con un memorable diseño de arte que llevó a la posteridad a las cabinas denominadas como Pods, así como un interesante uso de la tipografía como medio de comunicación con el interfaz de su ordenador.
Jeff Goldblum es el protagonista ideal con su rareza cándida pero no inocua y Geena Davis una femme fatalecon una faceta vulnerable. Como potente afrodisíaco la promesa de una gloria inminente. El romance surgirá a partir de la atracción mutua entre lo que uno admira y el otro carece para convertirse en una dependencia tan extraña como entrañable que no concluirá hasta que ambos paguen el alto precio de todos aquellos que se atreven a despejar los ojos del suelo para elevarlos al cielo.
Si les interesa está disponible en el servicio de streaming de Netflix. No la dejen ir.
Briseida Alcalá 