Volver

Las hermanas Raymunda (Penélope Cruz) y Sole (Lola Dueñas) regresan a su pueblo natal para descubrir que Irene, su madre, muerta en un incendio, quizá no ha terminado de irse. Con esta película, Almodóvar vuelve a internarse en la compleja alma femenina, en sus tragedias, sus lazos, sus circunstancias.  Su guión sorprende, engancha, conmueve, sacude y divierte. Con una historia cíclica que nos muestra que el final no ha sido muy diferente del comienzo y en el que los personajes luchan por escapar y subsanar la tragedia. 

El reparto trabaja perfectamente como ensamble, con el claro lucimiento de Penélope Cruz como una mujer que sobrevive a lo que la vida le arroje y que no está dispuesta a permitir que nada le suceda a su hija. Lola Dueñas en esos papeles de mujer inocentona que le van tan bien. Carmen Maura, como una madre que vuelve del más allá para redimirse con su hija. La maternidad es el hilo conductor de la cinta. La madre, esa figura determinante en nuestras existencias, la importancia de tenerla, la tragedia de perderla y la ilusión universal por recuperarla.

Una historia con momentos sórdidos, de ternura, de lucha a brazo partido, con un ritmo bastante indescifrable, que mezcla thriller, misterio, comedia y drama y en el que el director muestra un uso del plano cenital que no tiene comparación. No la dejen ir.