Una historia entrañable de las hazañas propias de la infancia en el clásico estadounidense por antonomasia, Las aventuras de Tom Sawyer.
Tom, el protagonista, es un inquieto muchacho de 12 años que crece a la ribera del Mississipi, como el dolor y consuelo de su Tía Polly, con curiosidad y bríos que lo llevan a buscar y tropezar con aventuras y correrías plagadas de peligros reales e imaginarios, mientras corteja a Becky, busca tesoros, y desafía por igual la vara del maestro y a mortales enemigos.
Los personajes, todos entrañables se instalan en la memoria colectiva, con el carácter propio de los clásicos y ofrecen espejos diversos para que el lector se encuentre y asome a los años que lo formaron y las minucias que constituyen la breve vida, particularmente en el otro personaje icónico del libro, Huckleberry Finn, camarada y contraparte de Tom, quien permite el autor esbozar prejuicios y preocupaciones sociales y filosóficas que terminaría por explorar y desarrollar en la obra que luego le dedicaría.
El espíritu que anima esos primeros años es capturado por la pluma de Twain con una maestría que sólo encuentra igual en Dickens, la historia fluye con la candidez propia del período, sin evitar, porque también conoce angustias y sinsabores, que no persisten y resisten en el flamante corazón, para constituirse su lectura más que una estampa de la infancia, en uno de sus elementos constitutivos. No lo dejen ir.
Una respuesta a «Las aventuras de Tom Sawyer»
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