Dentro del universo literario creado por Isaac Asimov la omnipotente Multivac es uno de los personajes más importantes e interesantes. Una supercomputadora en la que la humanidad descarga y deposita las más elementales funciones. Criatura, pero también creador, el ordenador presumiblemente es capaz de responder a cualquier pregunta, alimentándole con los datos necesarios. Al igual que a otros de sus personajes, el autor la dota de un origen, un pasado, un presente y un futuro.
La última pregunta, su mejor relato y también su favorito toma la forma de una de las preocupaciones de toda civilización: la energía. Agotable e imprescindible su declive rondará las mentes de todas las generaciones, sin que ninguna sea capaz de resolverla. Edad tras edad formularán la misma pregunta al cerebro electrónico, que como los hombres evolucionará en formas más complejas, avanzadas y distintas.
La trama satisfará a los entusiastas de la ciencia ficción y la previsión dejará sin aliento a todos en la conclusión, cuando la técnica mude en teología. No lo dejen ir.
Una respuesta a «La última pregunta»
[…] Aunque ningún relato es desechable, destaca Esquirol donde los remanentes de la desigualdad permean la existencia de un utópico planetoide; la reflexión casi poética de la incomensurable belleza de nuestra frágil porción física en Los ojos hacen algo más que ver; la finitud del tiempo volviendo innovación lo caduco en La sensación de poder; el entrañable retrato de la maternidad de El chiquillo feo, y por supuesto varios de los protagonizados por Multivac oráculo infalible, como La máquina que ganó la guerra, donde la supercomputadora toma asiento para dejar el protagonismo en mano de uno de los artilugios más socorridos e infalibles para la toma de las decisiones más difíciles y la permutación de técnica en teología de la última respuesta y La última pregunta, su mejor relato y también su favorito, cuya reseña ya realicé acá. […]
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