El extravío absoluto de la inocencia es otra de las marcas de guerra en Ivánovo detstvo, la opera prima del ahora imprescindible Andréi Tarkovski.
Situada durante la ocupación rusa de Alemania, el filme es todo candor en su primera secuencia, en la que Iván, el niño protagonista, disfruta de los rayos del sol y de un cálido día de verano, donde la dicha es tanta que hasta literalmente lo eleva y su madre lo recibe con un cubo lleno de agua fresca.
El director explora el tema con la levedad de una cámara que parece flotar para seguir al protagonista y reflejar la belleza del paisaje desde un símil con el edén que representa en una vida tranquila la niñez. La disrupción inmediata comba la cámara para establecer la originalidad argumental de un huérfano que en las postreras de la guerra se ve convertido en explorador de la milicia. En un ambiente agreste y varonil, Iván es el depositario de la ternura de los demás soldados, con los que establece relaciones de auténtica camaradería.
El director retrata con una plasticidad exquisita un bosque de abedules como los testigos impasibles de otro trozo de eso que llamamos historia, y de una belleza sublime que se refleja en el vahído visual que la comandante médico experimenta y que dialoga con los trozos deformes que arman un encuadre geométrico con los restos de las explosiones en un diseño de arte inolvidable que remite al expresionismo.
La actuación del joven Nikolay Burlyaeves es espléndida, su rostro logra transitar de la candidez a la temeridad. Los misterios de su existencia de a poco se aclaran en un guión que adapta la historia original de Vladímir Bogomólov y que Tarkovsky remata con reproducciones de archivo que recalcan la brutalidad de la masacre.
Rebelde, huraño, cínico, Iván experimen más horrores de los que pueda narrar, fantasmas que lo persiguen en logradas secuencias oníricas en las que se mezclan los recuerdos alegres con los brutales. Con su comprensión única del lenguaje cinematográfico, Tarkovsky genera a partir del trauma imágenes que hablan por si mismas, evitando diálogos innecesarios, permeando y deslumbrando las pupilas y el corazón del espectador.
Si les interesa pueden mirarla en línea aquí. No la dejen ir.