Ernesto Sábato explora el oscuro laberinto donde converge el corazón y la mente de un solitario en su espléndida novela, el túnel.
Un racconto exacerbado toma la forma de la confesión del protagonista de un asesinato. Así, el lector deja de concentrarse en el qué para centrar su atención en el por qué con el que Sábato dibuja la historia de Juan Pablo Castel, un pintor acostumbrado a una existencia volcada en la creación de una obra cuya esencia ningún otro comprende. La desesperada situación cambia cuando durante una exposición una joven es cautivada por una escena aparentemente insustancial e injustificada, verdadero punto de inflexión en su creación, a partir del cual surgirán la búsqueda, el acercamiento, la confluencia y el atroz distanciamiento.
Apenas supeditado de un profundo abismo, Castel transita con prontitud de la devoción al desprecio y aniquilamiento para demandar una entrega en la que cualquier matiz otro que absoluto parece insignificante.
Acostumbrado al arraigo en el mundo interior, la súbita penetración de otro individuo provoca una alteración profusa en la sensación de realidad, expresada en violentos arrebatos y exabruptos que se prolongarán hasta culminar en el aciago final.
Así valiéndose de las complejidades introspectivas de un temperamento vehemente e imaginativo, el autor retrata mediante un ritmo hipnótico y vertiginoso el portento trastornador que ejerce en un espíritu solitario la posibilidad inaudita de la comprensión. No lo dejen ir.