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Ema

Una joven mujer le prende fuego a su vida luego de perder a su hijo en Ema, el último filme de Pablo Larraín.

La protagonista, que también nombra al filme es bailarina dentro de una compañía cuyo director es su esposo Gastón, mayor que ella y contra quien se rebate en culpa y condescendencia por sus roles fallidos.

La música es uno de los aspectos destacados del filme, una combinación del reguetón que Emma baila y Gastón desprecia, para posicionado desde la tradición y el mansplainning intenta decirle cómo vivir, sentir y bailar a sus bailarinas; pero lo que a Emma le falta en experiencia lo compensa en ímpetu y albedrío.

Osada e imperfecta, Ema representa una feminidad que no disculpa y tampoco olvida, como una avasalladora fuerza de la naturaleza que reclama toda capacidad de sentirse viva. Polo, el hijo, es apenas un vehículo para manifestar la libertad que se refleja en un uso vibrante del color en la fotografía, acorde a la personalidad apabullante de la protagonista, apropiada de un cuerpo que sólo para gestar no le pertenece. Seductora y provocadora apropia las calles que también expresa.

La reconquista del hijo es la de si misma, en una cruzada personal que seduce y provoca en una reversión de atributos y convenciones. Incendiaria de si misma es también el símbolo de que sólo sobre las cenizas del viejo orden es posible construir el nuevo. No la dejen ir.

La sonoridad es otro eje secundario de la película.L

Sororidad.

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