Luego de rehusar la invitación para unirse una organización criminal, Bruno, un delincuente tan fino como letal, forma un trío inicuo con Franz, un hampón que conoce en el lugar y Johanna, la novia de éste.
Osada y minuciosa, la puesta a cuadro plantea un discurso visual apabullante a pesar de su economía. Impávidos e insensibles, los personajes exhiben una marcada teatralidad, las reacciones son parcas en un ambiente dominado por una violencia a menudo terminal y originales emplazamientos de cámara contribuyen en todo momento a la estilización de la cinta
La misma originalidad se logra con el velado homoerotismo que Fassbinder introduce entre los dos protagonistas masculinos, evidente desde el larguísimo close up que dedica a la primera aparición de Bruno y que aporta al conflicto argumental propio del género.
El ritmo lento y acompasado permite dimensionar personajes sumidos siempre en sus particulares agendas a pesar del aparente idilio de su próxima permanencia. Las actuaciones contenidas añaden a la elegante frugalidad que una doble vuelta de tuerca corona en la conclusión. No la dejen ir.