Con el inmortal coro del Mesías de Häendel inicia la Viridiana de Luis Buñuel, cinta imprescindible dentro de la filmografía del director español y que forma parte de su etapa mexicana.
La protagonista es una virginal novicia a punto de tomar los votos cuando recibe una invitación para pasar unos días en casa de su tío Jaime (Fernando Rey), su benefactor y única familia. Aunque reticente a dejar el convento, accede, persuadida por la madre superiora. La finca encierra secretos y obsesiones que Viridiana (Silvia Pinal en su mejor momento) no tardará en descubrir, a alto precio.
Filmada en blanco y negro, sienta ya el tono de una cinta en la que Buñuel construye la figura de la heroína/santa que se volverá referente posterior de otras cintas. Heroína presa de su propia piedad, que no siembra lo que cosecha y que recibe en pago único por su bondad, las tentaciones y la maldad del mundo, en una especie de las buenas acciones no nos llevan al cielo, sino al infierno. Lo peor de la humanidad toma figura en el grupo de mendigos a los que acoge y ampara.
Plagada de simbolismo la cinta conjuga no sólo todavía algunas pinceladas de surrealismo sino también la imaginería religiosa y las opiniones sociales de su director y también guionista: los pobres son ladinos y crueles. Tesis que ya había expuesto con anterioridad en Los olvidados y que será una figura repetida después por otros filmes. Postura interesante pero también burguesa.
El aspecto cinematográfico está por supuesto cuidado. El director expresa una curiosa fijación por los pies de los personajes, encuadrándolos en detalle mientras saltan la cuerda, oprimen los pedales de un órgano y remueven la tierra al andar, señalando quizá la línea que nos separa del inframundo. Notable también su retrato de los degenerados mendigos, especialmente en su recreación de La Última Cena.
Las libertades creativas para exponer y retar la fé católica repercutieron en que a pesar de haber ganado la Palma de Oro, la película enfrentó la censura del Vaticano y por ende de Italia y del régimen franquista en España, por años fue prohibida y conocida solo por unos cuantos elegidos, pero ahora puede ser ya disfrutada por cualquier entusiasta del cine, de la libre expresión y de Buñuel. No la dejen ir.