El libro reune las memorias de un coloquio homónimo coordinado por Margo Glantz, en el que participó Carlos Monsiváis, Roger Bartra, Hernán Lara Zavala, la propia Margo, entre muchos otros.
Con cada uno de estos autores y especialistas ofreciendo distintas voces y perspectivas que conforman en el libro una composición polisémica de un personaje que más allá de complejo es fundamental y hasta fundacional para la identidad de ese elusivo término: mexicanidad.
Malinche posee como todas las cosas importantes más de un nombre, esta transformación que sufre, transmite y propaga por la palabra, como lengua de Cortés, la vuelve la Eva mexicana, que carga las culpas de todo un país, también las purga, ofreciendo la operación milagrosa de fundar y sostener una cultura pero sobre todo una identidad: la feminidad.
Los cronistas condicionados por el género (todos son hombres) y también por el origen (extranjeros), gestan la figura de una mujer en todo momento excepcional capaz de transformase por su inteligencia en una doña, ilustre y también poderosa, quien en uno de esos giros irónicos de la historia y el destino guarda silencio, permitiendo que más que se le descubre se le invente.
Esta operación milagrosa incluye un devenir histórico que la desacramentaliza para humanizarla, para reemplazar la oración por la crítica en un tránsito que la deposita una y otra vez en el resto de las mujeres extraordinarias que pueblan la cultura y por tanto la identidad del país, mexicanas y por tanto mestizas a su manera. El origen indígena de la Malinche se revierte desde que toma el sacramento, el nombre, el marido y sobre todo la lengua, así en las palabras que la intentan explicar para también explicarlas sufre la mayor de su transformación para confesarnos que la Malinche tuvo muchos padres, pero sobre todo muchas Hijas, no la dejen ir.