La fórmula de la felicidad es la rutina convertida en ritual.
Tarkovski afirmaba que el tiempo es la materia del cine, mientras que Eisenstein consideraba que el cine es el arte de la conciencia. Wim Wenders traslada estos postulados a la modernidad para ofrecernos un relato de pura felicidad.
Los días perfectos del título son los del señor Hirayama, un intendente que realiza la labor de un Dalit de la india, limpia baños, lo hace de la manera más digna posible, una que me recuerda a mi padre, que me aleccionaba de niña con un «si eres la que limpia, sé la mejor, Bris».
Hirayama ha encontrado la fórmula de la felicidad en la rutina convertida en ritual, un levantarse temprano, comprar lata de café, escuchar una de sus viejas cintas de cassette.
La música es uno de los mejores elementos del filme: con uso diagético se añade una capa más de complejidad y emotividad que no sustituye el poder de la imagen, sino que la complementa.
The Animals, The Velvet Underground, Patti Smith, Lou Reed, The Kinks, Van Morrison y Nina Simone ofrecen momentos y estampas que acompañan el recorrido del Sol y el transcurso de los días.
Días perfectos porque se trabaja con ahínco, destreza y entrega para que el mundo particular sea mejor. Cada instante se apropia de ese modo y se vuelve bello.
El ritmo de la película es también perfecto, igual que el silencio del protagonista. Tan maravilloso que pasan casi 20 minutos sin que emita palabra alguna.
El guión, coautoría de Wenders y Takuma Takasaki muestra un autor en la mejor forma de su vida.
Kōji Yakusho está tan magnífico como anuncian reseñas, críticas y su Premio al Mejor Actor en Cannes. Siempre en calma, entregado, sosegado, iluminado, ligeramente divertido. Todo en la mirada.
La cinematografía es por supuesto impecable, con ese estilo de documental que la vuelve real de la mejor manera posible e impregnada de una cultura tan particular como la japonesa.
Las sombras, los reflejos, los destellos ofrecen momento y oportunidad de contemplación que Hirayama captura en modo Holga. Mostrando también este diálogo silente que remite a los clásicos.
El mundo interior y el onírico representados así y en secuencias a blanco y negro, poderosas pero no agresivas.
KOMOREBI: es la palabra japonesa para el brillo de luces y sombras que se crea cuando las hojas se mecen con el viento. Sólo existe una vez, EN ESE MOMENTO.La película tiene a bien ofrecer dos vueltas de tuerca espléndidas que conectan todavía más con el espectador y con esa realidad que admite, por fin, la felicidad.
ME ENCANTÓ.
Briseida Alcalá
Detrás de mí están mis libros, detrás de mis libros estoy YO.
Busco siempre la aventura del color, el aroma y el sabor.
Briseida Alcalá 
2 replies on “ Lecciones de Cine Japonés | Perfect Days: La búsqueda de la felicidad”
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