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Marina Abramović: The Artist Is Present

El documental sigue a la “abuela” del performance en su preparación para la exposición más importante de su carrera, una retrospectiva de su trayectoria en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Con más de 60 años la artista serbia se mantiene activa, y nos cuenta de propia voz su crianza, marcada por la disciplina, en un ir y venir en el tiempo, entre su infancia, los años de formación y la consagración. Matthew Akers no intenta evitar el lugar común de los documentales biográficos, al combinar entrevistas para introducir al personaje pero sí hace buen uso de él. Oscilamos al pasado, pero estamos también en el presente, caótico y atareado en la preparación para la exposición: entrevistas, shootings, reuniones y ajustes.

En la conclusión de la cinta asistimos finalmente a las largas horas de su pieza final, la más extensa en duración de su carrera: 716 horas y media, sentada en una silla, inmóvil y silente, ofreciendo compartir su presencia con cada uno de los espectadores que se sentaban, por turnos, frente a ella.

Experimentamos el peso de la mirada, el peso del silencio, la muda conexión y comunicación que se establece en la mutua contemplación. El espejo en el que se convierte la propia Marina para el espectador, que busca en ella lo que ya tenía dentro. No faltan por supuesto los oportunistas, ni los exhibicionistas. Cada una de las visitas cuenta, cada mirada, cada minuto, y cada hora, siendo uno de los mejores momentos el del reencuentro con Ulay, su compañero y contraparte por 13 años, a quien el documental también le dedica unos minutos, mostrando su tormentosa relación, un acto más de performance de ambos.

Marina es un gran personaje, cinematográfico y literario por donde se vea: seductora, vulnerable, astuta, visionaria, sentimental, curiosa, atrevida, intimidante, provocadora y vanguardista. Es el personaje ideal para intentar entender el arte moderno. Sin importar su edad se mantiene vigente, referente y referida, símbolo y signo de lo que alguna vez fue la vanguardia. Incomprendida por el gran público y venerada por la minoría intelectual, persiste en empujar una vez más los límites en su búsqueda por nuevas formas de expresión que confunden o convierten al artista con el arte.

El documental le rinde tributo, pero no es tímido al mostrarla también en su lado oscuro, develado por sus amantes, aunque sin ahondar demasiado en él. Aún así el misterio permanece en la delgada línea, ¿inexistente ya? entre el artista y el arte. Recomendada.

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