Como la figura mitológica a la que alude con el título, el escritor y filósofo se aboca a la pregunta fundamental del pensamiento y la existencia desde la perspectiva del suicidio. Pues si la vida no vale la pena, no habría sentido en vivirla.
Cargando la pesada roca, emprende entonces un ascenso que es también descenso entre los abismos que cobijan y equiparan la Nada del absurdo, esa voluntad original por el ascenso que surge del instinto y en la razón se extravía entre las contradicciones que conforman las aristas de la existencia y que la ciencia apenas explica pero jamás justifica, la herida que mana generosa de un hombre colmado de preguntas, desalentado ante la Nada que recibe por toda respuesta.
Se trata entonces de la rebelión original como mecanismo único que aferra la libertad, mientras mina la existencia.
Este afán explica Camus, no aqueja a todos los hombres, sino al hombre particular que hiere, al que no se conforma con desconocer, al que no deja de buscar aunque sepa que nunca encontrará.
La contradicción se combate entonces apropiando la rebeldía, dándole la espalda, exaltando el destino glorioso del sinsentido, el único del animal tornado en Semidiós.
Es un destino colectivo que se manifiesta individual, una carga que agobia y aqueja todos los días, marcando el paso del tiempo, que se acumula, pero no se prolonga, sólo se agota.
La verdad se encuentra entonces en la inconsecuencia, en el conocimiento de lo arbitrario, de lo infecundo. No es la buena cara al tiempo malo, sino la cara desafiante al destino, al abismo. No lo dejen ir.
2 respuestas a «El mito de Sísifo»
Bravo.
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Gracias.
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