Sylvia Plath despierta a la obsesión por la muerte que marcaría su existencia en su novela autobiográfica, The Bell Jar.
Esther, la protagonista, es una joven brillante, marcada por la indecisión y las preocupaciones existenciales que la distinguen y de a poco la confinan. Distinta, pero no desagradable, refuta la siniestra felicidad doméstica que transforma la vida de una mujer en la de una esclava, no ya de las labores domésticas sino de la sumisión y la monotonía.
La novela narra su existencia durante el período que pasó como becaria en una revista de modas, y el profundo y doloroso despeñarse en el abismo de la depresión que la llevó a dos intentos de suicidio y a la reclusión en una clínica psiquiátrica.
Carente de la madurez y la delicadeza de su trabajo posterior, el prodigio se expresa en los destellos líricos de un ritmo exquisito, pero sobre todo en la diafanidad del retrato de ese enemigo que la marchita hasta casi extinguirla, y del milagro portentoso de una Sylvia Plath que hasta sofocada y abatida nos ilumina. No la dejen ir.