En Literatura la tradición es crucial y en la que llamamos femenina es, además, necesaria. Por supuesto la que me enseñó fue Sor Juana.

Se trata de escoger a tus maestras, como dice Margaret Atwood, pero también de recibir y transmitir una sagrada vocación.

Leyendo autoras y sus obras también conoces lo propiamente femenino ya no solamente de escribir sino también de vivir. Las dificultades que corresponden pero no se limitan a la disponibilidad de tiempo, es decir, de recursos materiales:

• de presupuesto para costear un espacio y sobre todo, de ese, mal llamado,
• tiempo libre, todo lo cual es reflexionado de manera brillante por Virginia Woolf.

Esa es en parte la razón por la que existen tantas mujeres poetas, porque la composición poética puede, cuando es breve, escribirse en un tiempo aparte, limitado y sacrificado: el del descanso.

El egoísmo es una manera de calumniar la elección de una persona de sí misma.

Briseida Alcalá

Y a las mujeres no se les permite nunca elegirse, hasta ahora. Aún así se les juzga.

La literatura obedece a un efecto domino: Jane Austen, las Brontë, George Eliot, Christina Rosetti, Emily Dickinson. «Mujeres sobre mujeres» dice también Atwood en La maldición de Eva, narrando para ofrecer, además de sus historias, la posibilidad de reconocerse más allá de «modelos», en cánones, estilos y estética, meramente femenina, ahí su importancia, su carácter fundamental.

Somos, fuimos y seguiremos siendo las que estuvieron antes de nosotras, que comprendieron y expresaron también la condición y creación femenina, eso es la tradición.

Briseida Alcalá

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