Leyendo a los pensadores, es como me enseñé a pensar.

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«Antes en una alcantarilla que en un pedestal», cito de memoria a Cioran, uno de mis favoritos, a quien apodaban el diablo y que para mí es un gran místico; lírico exquisito, insomne, nostálgico, maldito.

Cioran me enseñó muchísimo y siempre recurro a él para saber si algo vale o no la pena leer. Amaba a Borges, y le apodaba con cariño como «el último delicado».

Un libro siempre me ha llevado a otro, a otros, también a otras, como a de Beauvoir, que realiza una proeza monumental en el Segundo Sexo, un tratado minucioso e impecable sobre lo femenino.

Nadie como Weil, quien me inspiró a hacer lo que ahora realizo, escribir sobre la fuerza natural que representa el conocimiento, la contemplación y el espíritu.

Bretón es otro fundamental, el surrealismo como el acto más elevado de la inconsciencia, para conciliar la revolución que es siempre el AMOR.

Yo leo, pero más importante, entiendo.

También SOR JUANA, con quien tanto me identifico; pues yo también quise ser Monja, para poder dedicar mi vida a las letras, la música, la gastronomía, la historia, las matemáticas y todas las otras ciencias: es decir ser la gran devota del conocimiento mismo.

Sor Juana, Rousseau, Sócrates, Cioran, Weil, Beauvoir, Bretón, Schopenhauer,Nietzsche, Pascal, Camus, Platón, Voltaire, Kant, Descartes, Sartre, Hegel, Foucault, Kierkegaard, Marco Aurelio, Moro, Maquiavelo:

Leyendo a los pensadores, es como me enseñé a pensar.

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